13.3.03

No soy más prejuiciosa porque no estoy más grande
Mientras intentaba traducir un acta notarial descubrí que a dos mesas de mí se iniciaba la historia que semanas atrás maquiné y deseché en mi cerebro. Había un cambio nimio: no eran un contador-pintor y una investigadora madreada por su vida laboral sino una ingeniera industrial, hija de familia ejemplar y un pasante de ingeniero civil, con el tobillo mortificado. Lástima que no podré presenciar a dónde llegan estos personajes. ¿A dónde irán esta visiblemente (audiblemente) insulsa mujer que porta una edición antigua de El amor en tiempos del cólera probablemente arrebatada de la biblioteca familiar y este ingeniero con el tobillo luxado, muletas y cabello engomado que pidió una hoja de mi cuaderno posiblemente para jugarse un torneo de gato?
Red Lobster
Nos conocimos cuando yo tenía 11 años y ella muchos más. Fuimos amigas distantes al principio, venía a verme de vez en cuando, sin muchas ganas, sin mucho escándalo. Luego, con el paso de pato cansado del tiempo, las cosas se pusieron feas. Me hacía mal, me lastimaba y luego se iba. Cuando se tornó menos cruel, yo vivía pendiente de ella y ella que se hacía del rogar y ándale y no y ven y no y por favor y nada. Pero algo pasó y el horror regresó.

Una langosta recorre mi entrepierna. Un mes más de llanto inútil.

10.3.03

Que estoy haciendo que